El sexo no es pecado ni obra del enemigo.
Dios nos diseñó con una dimensión sexual.
En este tiempo en que las pantallas prestan un servicio contrario a la voluntad de Dios y que las aventuras pecaminosas son cada vez más fáciles de concretar, necesitamos recuperar la pureza con la que Dios nos diseñó y vivir en la libertad con la que nos pensó.
Vivimos en un mundo caído que ha manchado la pureza de Dios y nuestra base biológica está inclinada a apartarse de Él. Ya sea que estemos solteros o casados, la tentación golpeará a la puerta y para evitar caer en esta, necesitamos entenderla para superarla.
El sexo no es pecado ni obra del enemigo. Dios nos diseñó con una dimensión sexual. Ya que los deseos sexuales no pueden ignorarse, nos surge una pregunta legítima: "¿Qué hacer con ellos?".
En este libro encontrarás:
No estás destinado a ser esclavo de deseos autodestructivos, tu cuerpo y tu mente están esperando la manifestación de la santidad con la que siempre quiso dotarte.
Si deseas ganar la batalla frente a la tentación sexual, la lectura de este material debe estar en tu arsenal.