Hay gente que te parte el corazón, el alma te la vuelve trizas, la sonrisa te la desdibuja más veces de las que te la vuelve a pintar, el querer te lo deja hecho nada y tú, irónicamente, le has dado todo de ti. De hecho, tanto así ha sido que, cuando te das cuenta, has quedado completamente vacío y sin remedio alguno, porque ellos son la enfermedad y la cura y lo único que necesitas para sobrevivir en el universo.
Sin embargo, lo más irónico no es eso; lo más irónico es que, a pesar de todo, tú los sigues queriendo como al principio, como si no hubiera pasado nada, como si en realidad nunca los hubieras dejado de querer porque, quizá y solo quizá, es así.
¿O solo a mí me ha pasado?
Pues sí, la cosa es que me pasó. Con ella. Con el gran amor de mi vida.
Porque sí: ella fue el amor de mi vida. Lo es. Y lo será para siempre.
Aunque yo no sea el de ella.