¿Qué son los valores? ¿Quién los definió? ¿Por qué el mundo limita sus acciones? ¿El bien y el mal existen? Conceptos sociales, estos, que se transmiten de generación en generación como una cultura destruida, alterada y corrompida. Hoy en día se ponen en duda los valores, no solo de la iglesia, sino de las antiguas generaciones, ya que en ellas existen claros ejemplo de fatalidad, discriminación y opresión. ¿Pero si se destruye una ley moral, acaso no se pueden destruir todas? La ley de Dios es verdadera e inmutable, mientras que las normas establecidas por un ser humano no son más que dichos individuales que sin el apoyo democrático no tendría ningún valor.
Imaginemos una realidad en la que nunca haya existido la moral y que la conciencia no sea más que una condición de la que el ser humano se debe liberar para poder predominar entre todos los seres. Conciencia, igual a obstáculo y quien sea insensible podrá controlar a sus rivales. Pobre del que se apiade de su enemigo, pues será un débil y fracasado. El respeto hacia la vida humana es ley solo porque en el placer de hundir al resto se necesita que exista.
Daré un nuevo mundo para que esto ocurra y trataré con todas mis fuerzas por no dejarme llevar por la imaginación más cruel, realista y repudiable. Nadie controla nuestras acciones, pero esto no precisamente es algo de qué enorgullecerse.
El malo se levantará y será admirado por su terror, su control y su fuerza. Es imposible huir de él, pues todos quieren ser como él. Tendrá que cuidar su espalda y si quiere encontrar paz y tranquilidad, deberá atemorizar tanto a sus contrincantes, hasta el punto de que tiemblen y ardan solo con escuchar su nombre, pues si todos buscan ser malditos, ¿en quién se puede confiar? ¿cuándo podrás estar a salvo? No se aburran del bien, pues lo extrañarán más que a nada.